Behobia – San Sebastián
Dos municipios que cada segundo domingo de noviembre quedan unidos durante unas horas por una marea de atletas populares. En esta ocasión, algo más de 25.000 (la cifra oficial aún está por confirmar) consiguieron llegar de la localidad fronteriza hasta la capital Gipuzkoana dentro del tiempo de control.
Yo fui uno de ellos. Fue la novena vez que lo hice y la octava de forma consecutiva. Y esta es la historia de mi BSS2019.
La Behobia es una carrera que siempre me genera nervios. Es una carrera exigente, con un perfil ondulado que exige controlar muy bien los ritmos. Normalmente los nervios vienen la auto-exigencia de una marca determinada. En esta ocasión, los nervios venían por las dudas sobre mi capacidad para acabarla.
Desde que en la pasada Semana Santa me rompiera el cartílago y pasara por quirófano, no había rodado de manera continua más de 17,5 kilómetros. Fue hace unas semanas en un entrenamiento junto a Alazne Mujika. Nos salió una media de 5 min./km. Ese entrenamiento y el buen resultado en la Clásica 15k me cargaron de motivación para la Behobia.
Llevaba corriendo de manera regular desde julio e incluso había hech series a ritmos vivos con frecuencia. Casi todos los entrenamientos en el miniestadio. Las pruebas en asfalto me habían generado molestias. Tenía especial respeto por las bajadas (muy abundantes en la Behobia por otra parte).
Con estos antecedentes, me planté en Behobia sobre las 9 de la mañana junto a Xabi Vega. Hicimos tiempo en el Bar Enrique (a resguardo del frío) mientras nos poníamos al día hasta que salimos a trotar a modo de calentamiento.
En la parte final del calentamiento, ya cerca de la salida, me encontré con compañeros y compañeras a los que suelo ver en estas ocasiones. Se va acercando la hora de la salida (color Verde este año) y los nervios van en aumento. No tengo un plan claro aunque en los últimos días la idea de intentar hacer 1h30 (ritmo medio de 4:30) ronda mi cabeza.
A pesar de haber terminado la Clásica con un ritmo medio de 4:19, la Behobia son 5 kilómetros más y el perfil es mucho más complicado. Sin embargo, no me preocupa el ritmo sino cómo responderá la rodilla a 20 kilómetros de asfalto y a las prolongadas bajadas.
Comienza la carrera y van pasando los kilómetros. Me siento cómodo aunque, cada vez que el asfalto se inclina hacia abajo, me veo obligado a aflojar el ritmo. Los corredores me adelantan y me doy cuenta de que mi baza para hacer el tiempo deseado pasa por apretar en las subidas y en el llano. Y así lo hago, dando un respiro a la rodilla en cuanto la carretera se empina hacia arriba.
Paso la alfombrilla de los primeros 5 kilómetros (poco antes de empezar la subida a Gaintxurizketa) con un tiempo de 23:03 (ritmo medio de 4:37). Me encuentro muy bien de caja y de piernas (salvo las molestias de la rodilla) pero me tomo la subida con calma. Me encuentro con un ex-compañero de Máster que va en apuros y sigo con él hasta la cima. Pero llega la larga bajada… y tengo que frenar. No puedo seguirle.
El segundo parcial es el más duro y el más lento. Me voy hasta los 23:09 con un ritmo medio de 4:38. Estamos en Lintzirin y se acabó la bajada. Ahora viene un buen tramo o llano o en subida hasta el alto de Miracruz que me va a permitir rodar sin molestias. Así que decido arriesgar y apretar el ritmo.
En estas llegamos a escalerillas y al paso por el tercer parcial (kilómetro 15). Hago un tiempo de 22:48 en los 5 kilómetros, con un ritmo medio de 4:34. He mejorado pero estoy lejos del objetivo. Voy muy entero así que decido subir la apuesta y lanzarme a por el alto de Miracruz. Subo muy agusto, disfrutando de los ánimos del público y de correr ligero, con buenas sensaciones.
Ya sólo me queda un escollo, la bajada hasta la Avenida de Navarra. Aprieto los dientes porque voy muy entero y quiero ganar segundos. La rodilla se queja, bajo el ritmo aunque no tanto como en la anterior bajada. Acaba la bajada y me lanzo a por todas. Me voy encontrando cada vez mejor. La meta se acerca, sé que voy a acabar, ya no me duele la rodilla, nada puede pararme. Me veo cruzando una nueva línea de meta en el Boulevard. Sé que voy rápido, lo noto en mi respiración, que hasta el kilómetro 15 iba muy relajada.
21 minutos y 47 segundos invierto en el último 5.000, con un ritmo medio de 4:21. Cruzo la meta eufórico. Cruzo la meta con un tiempo de 1:30:47. Cruzo la meta muy lejos de mi mejor marca personal en esta prueba (más de 10 minutos por encima). Cruzo la meta habiendo disfrutado de esta carrera como nunca, corriendo en negativo y acabando fuerte. Cruzo la meta tras tres kilómetros a 4:11, 4:10 y 4:02.
El año que viene iremos a por la décima Behobia. Solo espero poder disfrutar tanto como en esta y poder encontrarme a al menos los mismos compañeros de viaje dentro de la carrera y en las cunetas (animando).
Os dejo la tabla resumen de tiempos y ritmos.
Nunca me habría imaginado diciendo para mis adentros, en plena carrera: «a ver cuándo llega la cuesta arriba para poder apretar«.